dt.Hoy celebro mi vigésimo cumpleaños, y tal vez sea el último, porque me siento demasiado viejo. Espero que todos me envíen felicitaciones por última vez.
Título: Veinte años y un mar de reflexiones
Hoy, mientras el reloj marca el inicio de mi vigésimo cumpleaños, me encuentro sumergido en un mar de reflexiones. Este día, que debería estar lleno de alegría y celebración, está teñido por un sentimiento inesperado: la sensación de ser demasiado viejo para mi propia juventud.
¿Cómo es posible que a mis veinte años me invada esta extraña melancolía? ¿Acaso el tiempo ha transcurrido tan rápido que me ha dejado atrás, como un barco abandonado en medio de la tormenta?
Mientras soplo las velas en mi pastel de cumpleaños, no puedo evitar preguntarme si esta será la última vez que lo haga. ¿Será este el último aniversario que celebre, o acaso la sombra de la vejez se cierne sobre mí prematuramente?
Espero, con anhelo y temor a partes iguales, que todos me envíen felicitaciones por última vez. ¿Acaso esta es mi despedida de la juventud, un adiós anticipado a la etapa dorada de la vida?
A medida que recibo los mensajes de felicitación, cada uno de ellos es como un eco de mi propia incertidumbre. ¿Es posible que mis veinte años se hayan convertido en una carga más pesada de lo que puedo soportar?
Pero en medio de esta confusión, una chispa de esperanza brilla en mi interior. Porque, aunque me sienta viejo antes de tiempo, aún queda un camino por recorrer. Aunque este sea un cumpleaños marcado por la duda y la nostalgia, también es un recordatorio de que cada día es una oportunidad para comenzar de nuevo.
Así que hoy, en mi vigésimo cumpleaños, celebro no solo el paso del tiempo, sino también la promesa de un futuro incierto. Y mientras soplo las velas una vez más, sé que aunque el camino pueda ser difícil, aún tengo la fuerza y la voluntad de seguir adelante.